De regreso por Península Valdés estuvimos de Expedición en kayak durante tres días en el Golfo San José, recorrimos el sector de la Isla de Los Pájaros hasta Bahia Fracasso. Pudimos observar la pequeña colonia de Pingüinos de Magallanes, así como Cormoranes, Ostreros y el Pato Vapor.
También disfrutamos de la posibilidad de ver algunas colonias de Lobos Marinos que comienzan a formar sus harenes previos a la etapa de reproducción. Las Ballenas nos deleitan con su presencia, mayormente en esta época madres con crías.
Desde nuestros campamentos en la costa hemos estado disfrutando de la continua presencia de estos majestuosos animales, observando su comportamiento y sus movimientos.
La vegetación en esta época nos demuestra que aun en el desierto las flores y plantas tienen una singular belleza. Varios grupos de guanacos estuvieron observándonos desde la distancia.
Luego un intenso atardecer, mientras cocinabamos una exisita cena. Para irnos a dormir bajo un manto de estrellas y el continuo sonido de las ballenas.
Nuestra Experiencia en Groenlandia fue Excelente, logramos disfrutar de nuestra pasión por el kayak en un lugar sorprendente.
Su principal atractivo es la continua presencia de grandes bloques de hielo, que se desprenden de los inmensos glaciares que caen desde el campo de hielo de groenlandia.
Remar entre Fiordos, Islas y canales nos permitía conocer y explorar cada rincón, encontrar los mejores lugares para acampar, y poder disfrutar de los glaciares de Groenlandia.
El clima fue muy bueno con temperaturas agradables, y ya hacia el final mas frío, lluvias y nieve se comenzaban a sentir. La costa se presentaba bastante verde, con poca vegetación, normalmente de roca y pequeñas playas, pero muy agradable para desembarcar y disfrutar de los campamentos y trekkings a diferentes puntos de interés.
A medida que los días empezaban a tener un poco mas de noche, pudimos disfrutar de las mágicas Auroras Boreales, un espectáculo único, increíble, luces y colores con un movimiento que aun me es difícil de explicar.
También tuvimos la suerte de vivir algunos vientos fuertes del interior del Inlandis, no con la intensidad y la frecuencia de los vientos patagónicos que ya nos tienen acostumbrados.
Sobre principio de septiembre comenzamos a experimentar la sensación de remar y cortar la delgada capa de hielo de la superficie del mar. Ya la vegetación comenzaba a tener los tonos ocre y rojizo, anunciando la llegada del otoño.
Finalmente llego la hora de regresar, nutridos de nuevas experiencias y aprendizajes volvimos a las costas patagónicas que ya comenzábamos a extrañar.
